martes, 3 de julio de 2007

Fe, devoción y tradiciones antigüeñas


“Mucho antes de principiar la cuaresma anual, ya los devotos integrantes de las diferentes hermandades se encuentran en intensa actividad; nosotros que durante ocho años integramos la junta directiva de la Hermandad de Jesús Nazareno de La Merced, sabemos el teje y maneje de esas asociaciones religiosas, en consecuencia, podemos manifestar públicamente que nos consta que en ésta época es cuando todos los integrantes de esas hermandades se acuerdan que tiene ciertos deberes y ciertas obligaciones… Que hay que cumplirlas en la mejor forma… y entonces viene el trabajo. ¡La junta directiva ordena y hay que obedecer…!, vienen las comisiones, trabajo y desvelo… todos los integrantes de la hermandad desean cumplir en la mejor forma; pero no se vaya a pensar que es algo impositivo… ¡No, nunca!, todos cumplimos con nuestras obligaciones y deberes con el mejor de los gustos y sin que haya la más mínima molestia.

¡Los mercedarios saben serlo!, no hay duda, no les importa quién o quiénes integran la junta directiva…, ellos sólo saben que el Nazareno –creación del inmortal Alonzo de la Paz- saldrá un año más a recorrer las calles de la centenaria Antigua a prodigar sus bendiciones a todos aquellos buenos católicos que ven en su imagen al bello redentor de los pecadores. ¡Y vaya que es imagen…! El divino Nazareno le dicen los de la mayoría, nosotros que hemos sido sus servidores en la junta directiva, siempre le llamamos: nuestro Jesús de La Merced, ¡Y qué Jesús! ¡Qué atractivo! No se crea que somos adoradores de una imagen, ¡no! Somos devotos de un Jesús burilado por un gran artista que tuvo el privilegio de esculpir a ese Nazareno que todos veneramos y que el mismo hermano Pedro lo escogió como su predilecto.

Año con año, cuando llega la Semana Santa nos vemos las caras, antigüeños que no resi
dimos en Antigua Guatemala, pero que no podemos dejarla sola cuando sus días grandes llegan. En medio del mayor respeto dentro de las filas cucuruchas –ahora con tapasol palestino- vemos a los hijos de Antigua, esperando su turno para llevar sobre sus hombros al Nazareno de La Merced y… tal vez con recelo o más bien con respeto (porque somos directivos), nos dicen: ¿qué tal vos?, o bien, ¿cómo está?; no podíamos faltar hoy ¿verdad?, y como éstas, muchas otras expresiones de cariño y amistad o simplemente expresiones entre paisanos; ese saludo anual, para nosotros vale mucho, son las mismas caras, los mismos hombres –mercedarios- que año con año llegan a su tierra y esperan su turno –por estatura- para cargar al divino Nazareno; pero no sólo los antigüeños gozan en esos momentos… guatemaltecos capitalinos y de otros departamentos ya tienen el fervor y la devoción de llegar a la ciudad de Santiago de los Caballeros y saben que llevarán en hombros al Nazareno Mercedario, no importa dónde, mejor si es en un silencioso callejón de esa romántica ciudad, porque a ellos no les inspira ningún exhibicionismo, ni mucho menos, ¡sólo su devoción de estar un momento con el Jesús del venerable Hermano Pedro de San José de Betancourt, la imagen del Jesús de Galilea y que es el más bello de los Nazarenos!

Bueno, pero comienzan las comisiones y los trabajos para los directores y demás miembros de la hermandad, cada quien tiene que cumplir su cometido… ¡y vaya que lo cumple! si no… pues no saldría nada bien y en la realidad hemos visto con satisfacción que nuestra hermandad siempre ocupa un puesto de honor en cada representación religiosa de la Semana Santa, tanto en su disciplina interna como en su organización y respeto en el curso de las procesiones, notándose desde luego que el resto de hermanos cargadores han comprendido y respetado las disposiciones de la directiva, que tienden naturalmente a mantener el prestigio de una hermandad organizada. Ahora que por razones personales hemos presentado nuestra renuncia y por consiguiente dejamos de ser directivos y volveremos a las filas del cucurucho raso, esperamos que aquellos que quedan en la lucha contienen en el mismo plano, es decir laborando con amor para Jesús Nazareno y espíritu trabajador para su hermandad, virtudes que siempre han caracterizado a los directivos mercedarios.

Sin embargo, diremos otras cosas. Nuestra hermandad seguirá siendo la más ordenada, la más completa y la más grande, pero hay mucho más que hacer en Antigua Guatemala, especialmente en algunas otras hermandades que no han tenido suerte en su funcionamiento interno y que en algunas ocasiones han lamentado desórdenes que desdicen mucho del prestigio continental que ya tiene Antigua Guatemala, por sus representaciones religiosas durante Semana Santa.

Aprovechamos esta oportunidad para enviar nuestra voz de aliento a todos los integrantes de otras hermandades, especialmente a la de la Escuela de Cristo, que fuera la escogida por nuestros mayores para que nos iniciáramos como hermanos cargadores, principiando como cuando aún éramos muy niños; deseamos para ella una mejor organización para mantener su siempre imponente procesión del Santo Entierro, que todos los Viernes santos llena de admiración a propios y extraños cuando en medio de cientos de cirios desfila el bello Cristo yacente en su elegante urna sevillana, a través de calles y callejones de la exmetrópoli centroamericana; sirva esta voz de aliento también, a los directivos de San Felipe, San Francisco, San Bartolomé Becerra, San Cristóbal y a todos los de las hermandades pequeñas, para que unifiquen esfuerzos entre sí y a base de comprensión y amistad con otras hermandades, haciendo a un lado todo sentimiento de competencia.

Con el anhelo de mantener las tradiciones de nuestro terruño, con fe y cariño por nuestras costumbres religiosas, pensamos en cimentar aún más las tradicionales costumbres de Antigua Guatemala, mantener el verdadero significado de esos actos litúrgicos, creando algo nuevo para nuestra Semana Santa, pero algo apegado a la realidad histórica de la pasión de Cristo, por lo menos lo más ajustado; para el efecto procedimos a estudiar y elaborar los estatutos para una nueva hermandad que funcionaría con el nombre de Hermandad del Santo Cristo de la S. I. Catedral de la Antigua Guatemala; creando además la Orden de los Cruzados de Catedral.

De esta nueva hermandad, que en sus principios pretendió rendir veneración a la bellísima imagen del Cristo yacente de los Dolores del Cerro y a la imagen de la Santísima Virgen, que en la actualidad se encuentra en la S. I. Catedral, podemos decir que se habían planeado sus bases fundamentales, reglamentaciones internas y estatutuarias en forma tal, que debería diferenciarse enormemente de los sistemas y formas que en la actualidad tienen todas las hermandades de la república; era nuestro deseo crear una verdadera hermandad entre los Cruzados de Catedral, quienes en sus representaciones religiosas deberían construirse en verdadero ejemplo o modelo para todas aquellas que en la actualidad han desvirtuado –por razones muy comprensibles- la verdadera significancia de estas manifestaciones de nuestra religión.”

René González Barrios, 16 de abril de 1,962, Diario El Imparcial.