La ciudad está de luto...
la triste percusión de las matracas
y el lúgubre redoble anuncia el paso del Santo Entierro.
Más de cien incensarios envuelven
el cadáver de Cristo entre las nubes que expiden.
Parte de su pequeña aldea y
llega hasta la antigua metrópoli
a impartir sus bendiciones.
Ante vos, mi alma se arrodilla
¡como sólo se arrodilla frente al poder de Dios!.
Gerardo Jerez.